Siento una especial debilidad por este disco, especialmente por contener una de mis canciones favoritas, My brain is hanging upside down (Bonzo goes to Bitburg), que criticaba con dureza una visita del presidente norteamericano Ronald Reagan al cementerio alemán de Bitburgo. Fue una etapa rara en la que los Ramones jugueteaban con sintetizadores y en la que estaba el batería menos conocido de su historia (Richie Ramone), que además firma otro clásico: Somebody put something in my drink. Desde guitarrazos fieros como la canción que da nombre al disco, hasta odas spectorianas como something to believe in, para mí es una de las obras más completas, variadas y frescas de los neoyorquinos.
10/10
El disco completo:
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