Cuando este disco salió al mercado fue un fracaso. Resultaba demasiado nostálgico, y el pop barroco de Ray Davies no seguía las tendencias de moda. Y sin embargo, con el paso del tiempo, acabó convirtiéndose en uno de los mas venerados y apreciados entre las obras maestras de The Kinks. Su trasfondo era una elegía a los pueblos, a la vida rural, a las casas verdes, el campo, la tranquilidad y el sosiego de sus gentes. Davies estuvo trabajándolo durante dos años como un proyecto en solitario, pero acabó siendo el octavo álbum del grupo.
Precioso de arriba a abajo.
10/10
El disco completo:
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