El tercer disco en solitario de Kevin Ayers es reconocido, en general, como su mejor trabajo. Su pop rock era de un surrealismo melódico solo igualado (tal vez, superado) por Robert Wyatt, su ex-compañero en Soft Machine. De hecho Wyatt colaboraría en los coros, mientras que el compositor minimalista David Bedford se ocuparía de los teclados. Por último, y como anécdota, contaría en algunas canciones con un joven guitarrista de 17 años que muy pronto se convertiría en una superestrella: Mike Oldfield.
En cuanto al disco... yo me enamoré de él.
10/10
El disco completo:
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