Al igual que ocurrió con su disco debut, el segundo álbum de Sugar no consiguió el éxito que se merecía, y acabó por ser su epitafio. El ex-Husker Dü Bob Mould elabora unas canciones intachables, con fuertes guitarras, melodías melancólicas y letras que reflejaban la alienación que sentía. Sin embargo, es uno de esos casos raros que lo tienen todo para triunfar y que, sorprendentemente, se quedan aparcados en el arrollo mientras que otras bandas de su misma generación como Oasis o Blur se subían al carro de los millonarios.
Yo me quedo con Sugar... y, en particular, con su canción Gee angel.
9/10
El disco completo:
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